Un interesante artículo de opinión sobre las circunstancias que rodean el despege de África, el nuevo “Plan Marshal” chino y la posición de Europa en todo esto.
El despliegue de China como potencia global necesita desarrollar una estrategia de promoción de grandes infraestructurasalrededor del mundo. La apuesta más ambiciosa de esta estrategia es la nueva ruta de la seda, conocida por sus siglas en inglés como OBOR (One Belt, One Road). Esta ruta pivota alrededor del canal de Suez y supone un gigantesco proyecto de integración económica de Asia, África y Europa, a través de la construcción y explotación de infraestructuras del transporte y una red de corredores energéticos. La ruta recorre territorios que afectan a un tercio del comercio internacional, al 70% de la población mundial, al 55% del PIB y supone las tres cuartas partes de las reservas energéticas fósiles del planeta.
La nueva ruta de la seda conecta con el despertar del continente africano que experimentará un espectacular crecimiento demográfico, se prevé que a finales del siglo XXI podría alcanzar el 33% de la población mundial. La colonización europea no construyó infraestructuras que contribuyeran al desarrollo de los pueblos africanos, solo respondían al principio de la economía colonial extractiva. Las redes ferroviarias construidas por los europeos tenían como único objetivo la extracción de las materias primas y su transporte a puertos que permitían su exportación, quedando todos los réditos en manos del país colonizador. Satisfacer las necesidades de movilidad de los “indígenas”, era totalmente irrelevante.